En
la segunda etapa encontramos los
garabatos controlados ya que
el niño descubre el control visual sobre los trazos que ejecuta. En esta etapa
los trazos suelen ser más largos, y aunque aún toman una dirección
impredecible, los realizan con entusiasmo y se esmeran por llenar toda la hoja.
Aparecen reiteraciones de trazos circulares, líneas cortadas, puntos... con
centros de intersección.
Para terminar en la tercera etapa comienzan los garabatos con nombre. Ya cuenta con un mayor dominio motor y es capaz de representar lo que ve, aunque a veces sus trazos no se parezcan en nada al objeto que quiere representar. Los trazos circulares y longitudinales evolucionan hacia formas más reconocibles. El niño da nombre a sus garabatos.
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